El Cerro Blanco, en Recoleta, fue un espacio sagrado para los pueblos indígenas del valle del Mapocho. Su nombre indígena era Huantura, y se lo consideraba un lugar de conexión espiritual y de rituales asociados a la tierra. Más tarde, durante la colonia, sus piedras blancas fueron explotadas para construir edificios como la Catedral de Santiago. Actualmente, el cerro mantiene su dimensión ancestral, ya que comunidades indígenas lo utilizan para ceremonias andinas y mapuches, como rogativas y ofrendas.